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No sin mi Software

Las oportunidades se presentan todos los días. También los trenes pasan uno y otro sin parar y  lo mejor del día, pues no sé, dímelo tú… Para mí puede ser que salga el sol y me ilumine la cara a través de la ventanilla del vagón del tren durante mi trayecto a un sitio conocido, pero para ti, posiblemente lo mejor del día empiece cuando sales de la oficina, se encienden las luces de la calle y por fin salen las estrellas para indicarte el camino de vuelta a casa.

Y tú pensarás, mientras corres a coger ese tren en el que no sabes si entrarás porque está lleno de gente: –– Si, si, menuda oportunidad me ha preparado mi empresa––.

Nada más incorporarte de las vacaciones el bombazo: la empresa ha decidido invertir en un nuevo software. Uno que unifique todos los que conviven en la organización actualmente, además de los ficheros Excel que habitan en el ordenador de cada usuario de la empresa. Tu jefe os ha reunido para contaros la “buena nueva” y entre las justificaciones del cambio se encuentran la de reducir tiempos, la de la automatización de procesos, bla, bla, bla… después del segundo motivo dejas de escuchar. Un sudor corre por tu espalda, desde el estómago comienza a subir la impotencia, se queda en la garganta porque no puedes decir lo que piensas en alto, miras a tus compañeros para ver si en sus rostros puedes reconocer el mismo miedo que debe reflejar el tuyo.

Empiezas con los reproches, pero claro en bajito, para ti mismo, para que no se puedan oír en ese momento:

  • Pues no lo entiendo, el programa que tenemos ahora va bien, a veces falla, pero como todos.
  • Pues vaya, con lo que me costó aprender el de ahora. Yo solito lo aprendí, nadie me enseñó, cuando entré me dijeron: ahí tienes. Y aquí lo tengo desde entonces.
  • Pues si tanto va a hacer ese programa, seguro que hay despidos.
  • Y a quién han pedido opinión, porque si lo voy a usar yo, a mí nadie me ha preguntado nada.
  • Pues con todo lo que tengo que hacer en el día, como para estar aprendiendo algo nuevo.

Y así has estado toda la reunión, pensado en la mala suerte que te acompaña este año.

Esa es la actitud que solemos adoptar ante los cambios. No los vemos como un reto, como otra forma de aprender a trabajar, como un regalo para el futuro, (quién sabe dónde te encontrarás en 3 años), a lo mejor este nuevo software te abre las puertas de un nuevo empleo o de crecer en tu propia compañía.

Y ahora, si eres sincero contigo mismo…

  • Tu programa falla –más que una escopeta de feria–, así se lo has dicho a tu jefe en infinidad de ocasiones.
  • La especialización se consigue con práctica y perseverancia. Tal y como lo hiciste con el que trabajas actualmente, que conoces hasta donde están enterrados los cadáveres.
  • No es el cambio de software el que provoca irremediablemente despidos, es la actitud que adoptamos ante ese cambio.

El esfuerzo que vas a realizar seguramente no esté pagado a corto plazo, pero ahora tienes el conocimiento de algo que ayer no tenías, vas a adquirir habilidades que desconocías, vas a interaccionar con personas de tu empresa que pensabas no sabían sonreír.

Si luchas contra lo irremediable, tu cuerpo se va a revelar, enviándote señales en forma de enfermedad, seguro que ya te has encontrado con algún mensajito: dolor de estómago, jaquecas, dermatitis

 

 

¿Qué necesitarías, que dependa únicamente de ti, para aceptar esta nueva situación?, ¿en qué te está beneficiando el enfrentamiento?, ¿qué herramienta personal, de todas las que tienes, es la que te ha ayudado a superar en otras ocasiones, el cambio que ha llegado a tu vida de forma no voluntaria?

Lidia De la Rosa, Generadora de Salud Emocional